Bienvenidos al episodio 1 – El mito de PanGu
Podría decir que es difícil empezar, así como definición general, empezar cualquier cosa. Para muchas personas es algo traumático, estresante, conflictivo, pero como todo nacimiento es algo que de alguna forma se siente necesario. Abrir las aguas, romper el blanco del papel, maradonear los miedos, hacerle trampa a la angustia del “para qué” hacemos las cosas.
Empezar puede ser algo magnífico, por eso abrimos este espacio con el mito de PanGu.
Cada cultura -especialmente las mas antiguas- tiene su propio relato respecto de cómo se originó el Universo, algunos mas rebuscados, otros mas simplistas, pero llama la atención como varios coinciden con la figura de un huevo primigenio, donde empieza a cocinarse la historia.
Así empieza el mito de PanGu, en un mar de oscuridad, repleto de todo y nada, en los confines de la cosmogonía china. Vaya a saber cómo, y mucho menos porqué, empezó a manifestarse esta especie de huevo, que según dicen los puristas, tardó 18.000 años en formase.
Algunos dicen que en su interior, las fuerzas complementarias de yin y yang se hallaban en equilibrio indiferenciado, otros, seguramente seguidores de Schrödinger prefirieron no aventurar conclusiones hasta el momento de la eclosión.
La noche del tiempo, sus horas cumplió y del interior del huevo Universal, comenzó a salir un “hombre” gigante que, mientras se desperezaba aprovechaba a acomodar las cosas de este mundo.
Algunas versiones indican que separó el yin del yang con su enorme hacha (ponele) otras menos efectistas atribuyen que separó lo liviano, lo móvil, lo yang, y llevó hacia arriba para formar el Cielo, mientras que lo denso, lo oscuro, lo yin, lo mandó para abajo, dando origen a la tierra.
Como un atlas oriental, PanGu pasó sus días sosteniendo esta distancia entre los elementos primarios a medida que crecía un Zhàng (algo así como 10 pies) por día. Parece que así pasaron otros 18.000 años.
Por su avanzada
edad, quizás por aburrimiento, PanGu decidió echarse a descansar y
su sueño se hizo tan profundo que lo llevó suavemente a la muerte,
dando con su último aliento, origen al viento.
Dicen que de su
cuerpo surgieron las maravillas de este mundo: su ojo izquierdo se
transformó en el Sol, el derecho en la Luna, su cuerpo en montañas,
su sangre en ríos. De sus músculos tierra fértil, del pelo los
bosques, huesos y dientes en metales preciosos, sudor en lluvia y de
los pelos de su barba, las estrellas. Finalmente, quizás con una
bajada de línea respecto a no creerse mucho, de sus pulgas se
formaron los seres humanos… quizás algún jugador del Barza.
Esta es la leyenda de PanGu, un grandote que supo ser paciente, actuar y sostener al cambio, soltar cuando ya era momento y dar lugar a los demás. Para empezar está bastante bien no?
Estos relatos pueden sonar un poco a cuentos chinos, pero entre nosotros les digo, a mi… Me lo contó Marco Polo.
Hasta la próxima.
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