En este episodio viajamos a la antigua Persia al encuentro de una historia fascinante: el gran y sabio pájaro Simurgh y la épica de los pájaros que salen a su búsqueda.
Para el relato de hoy viajaremos a la antigua Persia, donde la figura de este pájaro mitológico comienza su vuelo.
Las leyendas iraníes indican que era un ave tan antigua que había visto la destrucción del mundo tres veces. En su existencia tan prolongada, el Simurgh había logrado adquirir una gran sabiduría, hasta el punto que se creía que llegó a acumular todo el conocimiento las edades en las que vivió.
Algunos relatos indican que el Simurgh purificaba la tierra y las aguas, otorgando con esto la fertilidad. También representaba la unión entre la Tierra y el Cielo, sirviendo como mensajero entre ambos.
Dicen que el Simurgh
pasaba la noche en Hōm, conocido como el árbol de la vida, y
ubicado en el medio del mar mundial. Algunos indican que este árbol
era una potente medicina y en él residían las semillas de tooooodas
las plantas. Cuando cada mañana el Simurgh emprendía vuelo,
se agitaban las hojas Hom esparciendo las semillas en los vientos y
las lluvias, convirtiéndose luego en todas las plantas que han
vivido, curando las enfermedades de la humanidad.
Farid
al Din Attar autor del poema “El lenguaje de los pájaros”
explica que su nombre sī murğ, significa “treinta pájaros”
y de allí viene el relato que empieza así:
Fue en China, a altas horas de una noche sin luna, cuando apareció el Simurgh a la vista de los mortales y dejó caer una pluma espléndida. Admirados e inspirados por su magia, los pájaros resuelven ir a buscarlo, para nombrarlo su rey. Saben que su morada está en la cordillera circular que rodea la Tierra, un lugar lejano e inhóspito, incluso para un pájaro.
La sabia abubilla es elegida como guía y les dice a las aves que tienen que cruzar siete valles:El primero es valle de la búsqueda, donde el viajero comienza dejando de lado toda creencia e incredulidad.
El segundo, el valle del amor, donde se abandona la razón, por amor.
El tercero, el valle del conocimiento, donde el saber mundano se vuelve inútil.
En el cuarto se abandonan todos los deseos y apegos al mundo.
En el quinto el viajero se da cuenta de que todo está conectado y que el Amado está más allá de todo.
En el sexto, el valle de las maravillas, queda fascinado por la belleza del Amado y descubre que hasta ese momento no ha sabido ni entendido nada.
Finalmente el séptimo es el valle de la pobreza y la aniquilación, donde el yo desaparece en el universo y el viajero se vuelve atemporal, existiendo tanto en el pasado como en el futuro.
Al principio algunos se acobardan: el ruiseñor alega su amor por la rosa; el loro, la belleza por la que vive enjaulado; la perdiz no puede prescindir de las sierras, ni la garza de los pantanos.
Algunos pájaros le dicen a la abubilla: “¿nos pides que abandonemos nuestra vida tranquila para abordar ese camino?” y ella respondió: `Aquél que ama, no piensa en su propia vida…´”
Así logra reunirlos y emprenden el difícil viaje.
En el transcurso, muchos de ellos mueren, otros pierden la fe y abandonan el camino. Pero una bandada sigue adelante, superando los siete valles.
Finalmente son treinta los pájaros los que logran que pisar la montaña del Simurg.
Lo contemplan al fin y maravillados comprenden: que ellos son el Simurg, y que el Simurg es cada uno y todos ellos.
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Estos relatos pueden sonar un poco a cuentos persas, pero entre nosotros les digo… a mi Me lo contó Marco Polo.
Hasta la próxima.
“Quédate ante la puerta si quieres que te la abran. No dejes el camino si quieres que te guíen. Nada está nunca cerrado sino a tus propios ojos.” Farid al Din Attar
Link: Cuento El Simurg de Jorge Luis Borges, parte del El Libro de los Seres Imaginarios (1967) con la colaboración de Margarita Guerrero.
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